Un estudio de viabilidad es un análisis de investigación en el que se toman en cuenta todos los factores relevantes que afectan un proyecto de inversión, especialmente a la hora de emprender. Este proceso tiene cuatro componentes básicos:
El que decide, que puede ser un inversionista, financista o analista.
Las variables controlables por el decisor, pueden variar el resultado de un mismo proyecto.
Las variables no controlables que influyen en el resultado del proyecto.
Los proyectos que se deben evaluar para solucionar un problema o aprovechar una oportunidad.
El responsable de evaluar el proyecto deberá aportar la mayor cantidad de información para ayudar al decisor a elegir el mejor proyecto. El análisis del entorno es fundamental para determinar el impacto de las variables controlables y no controlables; el comportamiento del sector empresarial puede ayudar a definir las opciones de estrategias de decisión.
El estudio de vialidad se puede dividir en seis tipos:
Viabilidad técnica: Determina si es posible hacer física o materialmente un proyecto.
Viabilidad legal: Determina la inexistencia de trabas legales para instalación y operación normal del proyecto.
Viabilidad económica: Define mediante al comparación de beneficios y costos estimados del proyecto; si es rentable la inversión que demanda su implementación.
Viabilidad de gestión: Determina si existen las capacidades gerenciales internas en la empresa para lograr la correcta implementación y eficiente administración del negocio.
Viabilidad política: Intencionalidad por partes de quienes deben decidir, que querer o no implementar un proyecto, independientemente de su rentabilidad.
Viabilidad ambiental: Determina el impacto que la implementación del proyecto tendría sobre las variables del entorno ambiental.
Caso práctico
Si analizamos estos dos proyectos y aplicando los criterios tradicionales probablemente el proyecto que se seleccionaría sería el A por tener un valor actual neto mayor que el proyecto B y con condiciones iguales en inversión y proyecciones de venta; por lo que la mayoría optaría por el proyecto A por ser más rentable. Sin embargo, al sensibilizar ambos proyectos a cambios en niveles de venta, para determinar cual es la cantidad básica (punto de equilibro) que se debería vender para que se logre ganar lo que se exige como mínimo del retorno de inversión, se observa que que el proyecto A requiere como máximo una caída del 5% en la ventas mientras que el proyecto B resiste una caída de un 35% de ventas. Con este análisis algunos cambiarían de decisión al proyecto B.
En el caso anterior puede notarse como una variable de cantidad no hizo riesgoso el proyecto A, pero agregó información para facilitar la toma de decisiones a los agentes involucrados, ya que los que crean posible vender las 1 000 unidades a al menos las 950 unidades seleccionarían el proyecto A, y quienes crean que es difícil llegar al volumen de ventas probablemente optarán por el proyecto B.
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